sábado, 19 de julio de 2014

Sobre la forma Jidoiros

La grafía j se usó en gallego para representar el sonido fricativo palatal sordo, y la costumbre sobrevivió como arcaísmo grafico en la toponimia y en los apellidos (Seijo, Sanjurjo, Joane, Feijoo, Rajoy - que han de pronunciarse Seixo, Sanxurxo, Xoane, Feixoo, Raxoy). Por infección de la norma ortográfica del castellano se pasó a leerla como la jota en este idioma, olvidando que en el nuestro también fue letra aunque con sonido distinto y particular. Probablemente sea este hecho al que se refería Sobreira en 1794, a la confusión de nuestra "g griega" (la χ), fricativa palatal sorda, con la jota del castellano, fricativa velar sorda, y a sus funestas consecuencias.

Los dos islotes próximos a la Isla de Arousa figuran en un mapa de Antonio Alcalá (1791, copiado en 1810) como Fidoiros, con una F mayúscula en cursiva que claramente es un error de copia por Jidoiros, justificable por el parecido entre estas dos letras manuscritas. El error se perpetúa en algunos derroteros del siglo XIX y hasta mereció una entrada en el Diccionario gallego-castellano de Porto Rey.

Del Plano de la Ría de Arousa en el Reino de Galicia, de Antonio Alcalá. (C) Biblioteca Nacional de España.

Restituida la jota en la escritura, Jidoiro, cabe preguntarse de acuerdo con qué norma habrá de leerse, si con la norma gallega antigua, habremos de leer Xidoiro, como en O Xidoiro de A Merca y en el de Palas de Rei, si con la castellana moderna, habremos de leer Ghidoiro, y pensar que la jota intenta representar la gheada de un supuesto original sin ella, *Guidoiro.

Sobre los Xidoiros dice Manuel Rodríguez Rodríguez en Hidrotoponimia de la Ría de Arosa (1976) "en algunos mapas figura Guidoiro, que debido a la geada frecuente en la Ría de Arosa, se convirtío en Jidoiro, y finalmente en Xidoiro para algunos". Para Rodríguez Rodríguez, o para Moralejo Laso, el problema se resuelve en un pispás reduciéndolo a una gheada que, sentida como jota castellana, se corrije e hiperenxebriza (Xidoiro).  Pero las ocurrencias más antiguas son las de Alcalá y los derroteros del siglo XIX, en donde aparece la errata Fidoiros en lugar de Jidoiros, que intuyo que está representando el sonido fricativo palatal sordo que hoy escribimos con x.

En mi opinión el problema es justamente al revés de como lo plantean estos autores: es la adopción de una norma gráfica ajena, junto con los sonidos que representa, la responsable de que algunos comiencen a pronunciar Jidoiros con jota a la castellana. Ante este sonido, la mayoría de la población gallega de la isla percibiría una vulgarísima gheada que necesitaría de la existencia del inexistente *Guidoiros, con oclusiva velar sonora. *Guidoiros es resultado de lo que nos contaba Sobreira, como si dijéramos Sangurgo, Feigoo o Ragoy. Para evitarnos una malsonante gheada caemos en la gueada, todo por haber olvidado cómo se pronunciaba nuestra jota. De ello se deduce que la gheada existía antes de la intrusión del sistema castellano, y que ya era considerada vulgar por los hablantes de gallego.

En el estudio de Rodríguez Rodríguez se apuntan otros casos de los cuales vamos a comentar dos:

1. "Aranjues: pronunciación popular de Arangüés". El autor restituye un supuesto *Arangüés y considera que la pronunciación popular es un caso de gheada. Pero en Galicia no existe el topónimo Arangüés, sino Aranxuez (Santa Comba, Ferrol). Así, se dio una pronunciación con jota castellana (Aranjuez), que fue sentida como vulgar gheada por los hablantes de gallego e hipercorregida como *Arangüés, con gueada.

2. "Xarrido: acaso de Garrido a Jarrido". El autor supone una gheada en un imaginado *Garrido, que crearía la impresión en el hablante de estar usando la jota castellana, por lo que la sustituiría por la gallega. Demasiadas suposiciones: véase Punta Xarrido en Ferrol.

Respecto al origen etimológico de Xidoiro había propuesto el latín scitorium, variante de asciterium, por parecer los megalitos pequeños monasterios o eremitorios (Xidoiros y Moustoirs), pero en vista de que los dólmenes estarían ya cubiertos por las dunas en época galaico-romana y altomedieval, no habría lugar a esta justificación del nombre. En cambio, y ya que la isla fue utilizada como cantera, tal vez cabría recurrir al latín de los canteros, jerga en la cual xido significa bonito, hermoso. Razón no les faltaría, porque estos islotes son diminutos y bellísimos paraísos.

Últimamente también estuve contemplando la posibilidad del término náutico gallego-portugués surgidouro / surgidoiro, "porto, ancoradouro". Se podría argumentar una aféresis de la primera sílaba, que por su carácter átono se pronunciaría con poca fuerza. Surgere con el sentido de emerger del agua, varar, se documenta en el corpus medieval gallego ya en el s. X-XI (base de datos del CODOLGA). Claro que esta última etimología no parece de aplicación a los Xidoiros de A Merca y Palas de Rei.


sábado, 12 de julio de 2014

Guijo

Aníbal Otero Álvarez en Cuadernos de Estudios Gallegos, nº XXXIX, hacía derivar guijo del latín saxum, "Guijo procede de jejo, por disimilación".

Aunque más tarde el autor se retractase, su opinión inicial merece ser revisada y tenida muy en cuenta. Es más que probable que guijo proceda de gijo, y este de xeixo o geijo, del latín saxum. A fin de cuentas, los significados de seixo y guijo son idénticos, y la evolución fónica compatible con esta etimología.

Como derivados del latín saxum tenemos dos series diferenciadas:

  • Sin palatalización inicial, como en gallego seixo, "canto rodado de cuarzo". La forma escrita seijo pudo representar al principio la fricativa prepalatal sorda del gallego, pero de la contaminación con la pronunciación moderna de la grafía "j" del castellano derivaría el castrapismo con sonido fricativo velar sordo. Abelardo Moralejo recogía como ejemplo de variación en las grafías de la fricativa prepalatal sorda el caso de Seigiño / Seijiños / Seixiños (Toponimia Gallega y Leonesa, pg. 298).
  • Con la s- inicial tratada como fricativa prepalatal sorda, que, como vimos antes, podía escribirse con "x", "j", o "g": xeixo, jeijo, geijo.
Asimismo, fuera del ámbito galaico-portugés, estas formas experimentan reducción del diptongo ei > e, o inflexión del formante más abierto del diptongo (ei > ii > i): saxum > seixo > sejo; saxum > geijo > gijo. En el Libro de la caça de las aves, de 1386, tenemos un ejemplo en el que las grafías "g" y "j" todavía están representando sonidos prepalatales fricativos sordos: 

"syla plumada non fiziere el falcon nonle
den de comer njn sea lançado aprision njn al señuelo
mas denle por la boca vna piedra gija o dos
tamañas como garuanços" (Fuente: CORDE).

Podrá argumentarse, como Álvarez Otero, que en el momento en que estos sonidos fricativos prepalatales sordos se transforman naturalmente en velares en el ámbito del castellano y zonas evolutivamente afines, el término gijo / gija (pronunciado ya con dos jotas tipo castellano: cfr. por ejemplo "jijarro" en Sierra de Francia) sufre una disimilación hacia guijo / guija. Sin embargo, también podríamos estar ante un caso de infección por norma ortográfica, es decir, los hablantes pasarían a pronunciar la forma gijo / gija como se pronuncia la letra "g" habitualmente, como en "guitarra", pasando a escribirlo en consonancia con la norma: guijo / guija.

domingo, 6 de julio de 2014

A Faísca

Hacía hincapié el profesor Porto Dapena, en el artículo que dedicó a este topónimo del concello de Narón (Diario de Ferrol, 10/06/2007), en que en ocasiones es difícil adecuar el significado de un nombre común bien conocido a su uso como topónimo, a su circunstancia toponímica. Así, el significado principal del término faísca, "chispa pequeña que sale del fuego" (Eladio Rodríguez), no parece servir para sustentar su utilización como nombre de lugar; ni tampoco ninguno de los significados derivados (ceniza volátil en que se acaba de convertir la brasa que estalla en chispas, ventisca de fina nieva, caspa...). Se produce además la circunstancia de que Faísca no es un topónimo frecuente, por lo que no podemos deducir la razón de su motivación comparándolo con otros casos.

Apenas he encontrado una Faísca en Caldelas, Guimarães, donde se localiza una necrópolis de fosas del Bronce. Además de un interesantísimo regueiro llamado Paio Faisca, en Regoela ("Algúns datos do couto de Regoela no século XVI", González López). Donde sí se registran más casos es en Hispanoamérica (v. Río Faisqueira, Paraná), sobre todo como microtopónimo o nombre propio de algunas minas auríferas y en relación con la profesión de faisqueiro, "lavador de oro".

Los diccionarios portugueses resultan más esclarecedores, estableciendo el significado original y definiendo la familia léxica de faísca, faisqueiro y faiscar. Según Morais da Silva:

  1. Faísca: "pequena porção de fogo que sai da pederneira ferida, da brasa que estala, ou do ferro em brasa malhado". Es decir, chispa de fuego que salta del trabajo de líticos o metal.
  2. Faisqueiro: "o que não lavra mina de metal, mais aproveita lavando o rebotalho da terra, e cascalhos, para aproveitar algumas piscas ou faiscas de oiro"; "o que busca piscas nos córregos e lugares de enxurro". El faisqueiro es como las aureanas del Sil, un lavador de oro en busca de pepitas, esas centellas sólidas del metal que es comparado con el fuego.
  3. Faiscar nas minas: "ajuntar terra dos córregos e lava-la para colher algum oiro".

Las acepciones mineras, en relación con la extracción de oro de aluvión, de la familia léxica de faísca están vivas en Brasil, y parece posible sostener que aquí también existieron sentidos similares, ya que el hidrónimo de Regoela, Paio Faisca, se explica por la existencia de un piago / paio, "poza de río", en el que faísca indicaría su carácter aurífero.

A Faísca de Narón entraría en la categoría de topónimos originados por la actividad antrópica que se desarrollaba en ellos, in illo tempore A Faísca pudo haber sido un taller al aire libre donde se trabajaron líticos o metales, dejando gran cantidad de cascajo o lascas, escorias; también pudo haber sido un lavadero de oro, una faisqueira.

En astur-leonés las formas falisca y falispa, "chispa, ventisca de fina nieve", conservan la -l- intervocálica que perdió el gallego-portugués faísca; para Diez (An Etimological Dictionary of the Romance Languages) el antiguo germano falawiska, "centella, brasa, chispa", sería un préstamo procedente de las lenguas romances. Como préstamo románico, me atrevería a emparentarlo con el latín flavus, "rojo, áureo, dorado", que también tuvo su aplicación hidronímica en los versos de Ovidio, "Dum Tiberis flavas tuscus habebit aquas", y tal vez en el antiguo topónimo galaico Aquae Flaviae, actual Chaves, una de las principales zonas de minería aurífera romana.

La forma original, falisca, y su variante falispa aún podrían depararnos más sorpresas:

1. La pérdida de la vocal pretónica de f(a)lispa produce un grupo fl- que en gallego-portugués evoluciona a ch- (flama > chama). F(a)lispa podría ser, por lo tanto, el origen de la palabra chispa, que figura en el diccionario de la RAE como voz de origen onomatopéyico. Sus acepciones coinciden totalmente con las de falisca y faísca: "partícula encendida que salta del pedernal herido por el eslabón, centella, partícula de fuego que salta de la lumbre".

2. La misma evolución puede suponerse en el caso de f(a)lisca > chisca, "partícula", y en combinación con el sufijo -eiro, chisqueiro, "encendedor de mecha".




 

sábado, 5 de julio de 2014

El Mosque

Minuta Cartográfica del término municipal de Casas de Millán, año 1899, hoja PLANI100719.
(C) Instituto Geográfico Nacional de España.

El topónimo Mosque tiene el mismo origen etimológico que la oronimia leonesa del tipo Muesca, probablemente derivan de *morsicam, del verbo latino morsicare, "morder", para indicar un mordisco en el terreno, una "hendidura, grieta" (XL García Arias: La Mosquitera). Según Julio Concepción, "aplicada la voz al terreno, suele emplearse para señalar rebajas del suelo por donde pasa un camino o por donde se comunican dos laderas opuestas a uno y otro lado de la loma" (entrada Muezca del Diccionario etimológico de toponimia asturiana).

Lo interesante de El Mosque casito es que, además de designar una muesca en el terreno por donde vierte el Arroyo de la Barrosa, en la cartografía actual, cuando se acuerdan de él, aparece como El Bosque. La forma Bosque podría deberse a una falsa interpretación del topónimo original, aunque habría que tener en cuenta la fuerte tendencia en esta zona extremeña a la desnasalización de la m, que se articula como una especie de b. Así [bába] por [máma] ("madre"); la primera vez que escuché esta pronunciación pensé que el niño podría estar acatarrado..., afortunadamente tuve la oportunidad de notar otros casos en otras personas, como el de la pronunciación Banibanta o Panibanta, en lugar de Marimanta, un ser fantástico del folklore.

En el Diccionario etimológico de la lengua castellana de Corominas se explica que la palabra bosque es una voz tardía en castellano y portugués, tomada del catalán u occitano bòsc, que existe también en francés, en las hablas del norte y centro de Italia y en los idiomas germánicos, y añade "de origen incierto, probablemente prerromano".

Me pregunto si el bòsc occitano y el bosque leonés no tendrán un mismo origen en el latín *morsicum, si no habrán sufrido ambos grupos lingüísticos el proceso de desnasalización MOSK- > BOSK- que hemos descrito. En el plano semántico, el sentido de la toponimia del tipo Muesca y el del término bosque parecen ajustarse a la familia de los orónimos que describen anfractuosidades del terreno, matos espesos e intrincados.