viernes, 24 de marzo de 2017

Avesadas, Aveseu, Viseu, Viso

Recientemente Manolo Gago en su entrada O couto que marcan as sombras nos explicó la antigua forma en que se demarcó el couto del Monasterio da Miserela en el cañón del Río Pedras (A Pobra do Caramiñal) según le relató su vecino el señor Domínguez. La forma del couto se veía en una fecha concreta desde una piedra determinada, y se originaba a partir de las sombras que proyectaban las montañas al ocultarse el sol tras ellas: “puiden ver como, ao longo de todo o canón, alongábanse as sombras dunhas penedas concretas, estirándose e estirándose, e ao facelo, facían como un círculo ou un couto”. Este raro e importante testimonio etnográfico de la funcionalidad de un fenómeno astronómico guardará relación, cómo no, con la toponimia que denota la orientación del terreno con respecto al sol.

El topónimo asturiano Aveseo / Aveseu y sus variantes (Avisío, Avisiego, Vesíu, Visíu), que podemos encontrar escritas también con be, indica orientación norte y se aplica a terrenos sombríos, al contrario que el nombre común soalleiro / sualleiro, "soleado". La importancia de la orientación solar del terreno es evidente para la construcción de viviendas, la agricultura, y de ella dependen otras tareas, por ejemplo, la elección del roble con el que se hará el árbol de levas del mazo de las herrerías; ha de ser un árbol que haya crecido al sualleiro, no al aveseu, arrancado de raíz en luna menguante de enero con el fin de que conserve toda la savia para mantenerse vivo (Pablo Quintana, La labranza y transformación artesanal del hierro en Taramundi y los Oscos).

Una vez resaltado esto, cabría reconsiderar la acepción de los topónimos gallegos del tipo Avesadas / As Vesadas, adscribiéndolos a este tipo de nombres de lugar que indican la orientación solar adversa o contraria al terreno soleado (< latín adversus), en lugar de entender que estos nombres denotan tierras labradas (volteadas por el arado), como habíamos formulado en otra ocasión. Parece reforzar esta posibilidad el lugar de As Avesadas de A Teixeira, situado próximo al emplazamiento de A Pedra do Sol, la cual tal vez haya tenido la misma función de punto de observación que la descrita por Manuel Gago.

As Avesadas en A Teixeira, y junto a ellas A Pedra do Sol.

Galmés de Fuentes había realizado una propuesta idéntica para los abundantes orónimos del tipo Viso, o Viseo (Los topónimos, sus blasones y trofeos). Según el autor, nombrarían lugares adversos, "opuestos a la solana". Es también posible que el orónimo Monviso de los Alpes (documentado en la antigüedad con el diminutivo Vesulus) haya tenido este mismo origen a partir del latín a(d)versus, "avieso", habida cuenta de que muy pronto en el latín vulgar se produjo la asimilación regresiva rs > ss, así como la caída de las vocales pretónicas. El sentido del orónimo alpino se puede precisar mejor si nos fijamos en que el topónimo Mont d'Avers de Francia nombra al contrafuerte norte del Mont de France (Dictionnaire etymologyque des noms de rivières et de montagnes en France, Dauzat y Deslandes).

Paulo Lema me ha indicado amablemente que en el caso particular del Viseu portugués la aparición de un ara con el nombre de la divinidad indígena epónima Vissaieigo apuntaría, según los autores que la estudian, a un étimo prerromano. Sin embargo, la cronología del ara no impide desde mi punto de vista considerar el teónimo como la misma forma latino vulgar que se conserva en el leonés visiegu (léxico de Trubia) o avisiegu, ambos derivados del latín adversus ("Divindades indígenas numa ara antigua de Viseu", da Silva Fernandes et al., Acta Paleohispánica 9, 2009, pg. 143-155).

domingo, 5 de marzo de 2017

A Vella do Monte

Tras completar las lecturas que me recomendó mi amiga María Alonso Echanove sobre la antigua divinidad que se esconde en los cuentos infantiles y en el folklore que habla de viejas que viven en la montaña, en cuevas o en árboles huecos, entre ellos el completo estudio de Miguel Ángel González, "¿Quién es la vieja?", publicado recientemente en su blog Asturiensis Provincia Indígena, he recordado estos versos de la parodia del P. Butrón dedicada a Galicia, ¿se basaría en una leyenda local sobre nuestra Vieja del Monte? Cabe destacar que el P. Butrón vivió una temporada en Ourense, donde además de quedar traumatizado por no encontrar sal fina y caminos donde cupiesen dos personas al mismo tiempo, pudo haber escuchado esta original historia que parece referirse a esa antigua divinidad que habitaba un tronco hueco, vieja y joven simultáneamente, pues reproduce el ciclo vida-muerte-vida, como señala mi amiga María.


Vella do Monte modelada en plastilina. (C) Dolores González de la Peña, por el modelado, puesta en escena y fotografía; guión del P. Butrón, de la Compañía de Jesús.

Los castaños de púas erizados
se ven aquí muy bien avecindados:
algunos hay de antigüedad extraña
que acuerdan tiempos de Mari Castaña.
Un árbol de estos vi, que hueco estaba
y en su centro una vieja se hospedaba
con cama y trastos, y en un rinconcito
cuarto le daba a parte a un cochinito.
Dijo esta anciana planta así entrañada
aún soy mocita pues estoy preñada,
y así no es mucho que la vieja os diga
tan niña soy que estoy en la barriga.

(ed. propia del ms. 3705 de la BNE: Descripción del Reino de Galicia por el P. Butrón de la Compañía de Jesús)

No es el único rastro de la Vella do Monte en el folklore gallego, una pequeña investigación sobre ella nos lleva a descubrirla junto con su hijo Xaniño Pelica de Ovella en el cuento recogido por Lois Carré Alvarellos: 

"Aquela muller vivía nunha pallociña fora do rueiro; era máis probiña que as arañas e mais vella que unha meiga; non tiña ren, pero tiña un fillo, seique, porque na casa non había outra alma e non embargantes tiña un crianciño.

Como tanta era a pobreza e non topou nen un farrapo pra cochal-o neno, espidiño com ele estaba meteuno antre a cinza da parromeira e poñéndolle de por riba o borrallo da lareira quentáballe o corpiño; como a vella non tiña leite, leváralle unha ovella que lle dira un dos veciños do rueiro, e así foi criando no neno que era moito miragre de Dios como medraba" (versión íntegra en "Xaniño Despido, Pelica de Ovella", Contos Populares da Galiza, Lois Carré Alvarellos).

Según me señala antentamente María Alonso Echanove en comunicación personal, Propp, en su análisis del cuento maravilloso (Las raíces históricas del cuento: "La señora del bosque") reduce cronológicamente la idea de la concepción sin el intercurso de varón a la Prehistoria, pues en el pensamiento prehistórico no se relacionaba la fecundidad femenina con la participación del hombre. La Vella del folklore gallego (y del asturiano, leonés, y europeo) es el residuo de una antigua divinidad paleolítica: es muy antigua, por eso es vieja, y su hijo va vestido con pieles y armado con un garrote porque es prehistórico. Así de sencillo.

La familia al completo: la Vella do Monte, Xaniño y la oveja. Modelaje: Dolores González de la Peña, salvo la oveja (recuerdo de un viaje a Irlanda).

No cabe obviar la relación entre el nombre del niño, Xaniño, y el del hijo de la Xana asturiana, el Xanín, figura principal de los relatos de changelings, en los que un niño humano es intercambiado por uno de estos extraños niños primitivos de aspecto prematuramente avejentado. Ello nos aproxima a la etimología de Xana > anciana.

jueves, 2 de marzo de 2017

Felgueira

En el Du Cange se ensaya una etimología predial relacionada con una propiedad destinada a uso agrícola para el término felgaria, "res parta", es decir "propiedad adquirida", que enlazan con el Teutónico felgen; en mi opinión no aciertan a adscribirlo correctamente. Como ejemplo, citan la donación del obispo gallego Sisnando del año 914: "terras ruptas et inruptas, cum arbores, bausas, et felgarias".

La casuística del topónimo Felgueira o incluso Filgueira y demás variantes, tras revisar su ubicación en la base de datos de Toponimia de Galicia y comprobar que prácticamente toda ella está referida a tierras de labrantío, ha de entroncar con las palabras del Old English fealg o felg, que significaba "fallow land", es decir, "barbecho", y con el término Frisón falge que tenía parecido significado, "ploughed land".

Según esta nueva hipótesis que prescinde del helecho (latín *filicaria, "lugar de helechos"), la toponimia del tipo Felgueira podría provenir del germano falge, "barbecho", y haría referencia a tierras explotadas mediante este sistema de cultivo rotatorio que pudieron haber introducido los suevos en la Gallaecia romana. Al hilo de la suposición que atribuye vocación agraria a este pueblo que al ocupar nuestro territorio cambió las armas por el arado, recordemos que se cree que fueron los introductores del arado cuadrangular en el Noroeste de la Península (Jorge Dias).

En cualquier caso, los múltiples topónimos de este tipo (Felguera en Asturias, Fouguère en Francia) remitirían a predios adquiridos en la Alta Edad Media por los colonos germanos, o bien, tierras dedicadas a cultivos de rotación con barbecho, y sólo secundariamente habrían pasado a entenderse como fitotopónimos, debido principalmente a etimologías eruditas. Así los topónimos Longuefouguère y Falguera Rodona se refieren a una propiedad, respectivamente, grande y de forma redondeada, si no se trata también de la misma forma de propiedad que constituyen los cotos redondos.

"In pico de Montizelo in una felgueyra in una plana tenuerat comitissa una ouelariza" (Lourenzá, Varela Sieiro, Léxico cotián na Alta Idade Media de Galicia).