lunes, 10 de septiembre de 2012

Ara cristiano romana de Casas de Millán


Donde en la actualidad se levanta el templo dedicado a Nuestra Señora de Tebas, a 5 km de las Casas de Millán (Cáceres), junto a la frondosa Ribera del Castaño y sobre una pequeña colina, hubo un templo dedicado a Júpiter Capitolino según testimonian dos inscripciones romanas aparecidas en el lugar, de las que da cuenta Juan Francisco Masdeu en 1800 (Historia crítica de España, t. XIX). De este y otros posibles templos en el lugar nos avisa además el topónimo vecino Herguijuelas, que procede del latín ECCLESIOLAS, diminutivo plural de ECCLESIA, "iglesia".

Otra inscripción romana encontrada en Tebas y que también cita Masdeu es la que hoy se puede contemplar encastrada en la fachada principal de la ermita, a la izquierda de la puerta, y que se conoce en el mundillo de la epigrafía como la dedicación a Moricilus (Hispania Epigraphica); en la parte superior tiene grabado un toro, aunque en la época de Masdeu el grabado se consideraba un buey. Resulta curioso que a pesar de que Masdeu la dio a conocer en 1800 volvió a descubrirse en 1972 en unos trabajos de limpieza de la fachada sin que los expertos en epigrafía romana se percatasen de que era la misma, pues la lectura actual difiere bastante de la que proporcionaba Masdeu. Lo que sí está claro es que se trata de un exvoto mediante el cual un tal Caius Antonius Anderci dejó constancia de haber cumplido una promesa o voto en el primitivo santuario romano (las iniciales V.S. representan la abreviatura latina de "votum solvit" = cumplió su voto).



Por si fuera poco, en el mismo lugar que ocupa la ermita del s. XVII, fue hallada una pieza extraordinaria que confirma una hipótesis sugerida por varios autores, aunque nunca totalmente demostrada, y que es el origen del primitivo altar cristiano en las aras romanas.

Se trata de una de las escasas "columnas visigóticas" conocidas cuya área de dispersión abarca desde Francia hasta España (zonas de Mérida y Toledo); algunos expertos prefieren la denominación de tenantes o soportes de altar visigodos, o bien, aras con cruces patadas. Se debe a un autor francés, De Fleury (1883), la idea un tanto simplista de su origen visigodo: la relación entre las piezas españolas y francesas "se podía explicar porque ambas áreas geográficas habían estado bajo dominio visigodo" (Sastre de Diego, El altar hispano en el siglo VII). Sin embargo, ambas zonas fueron también parte del imperio romano, de hecho zonas de fortísima romanización, y no resultaría extraño que los hispanorromanos o galorromanos, una vez convertidos al cristianismo, hubiesen continuado utilizando los mismos soportes para sus altares, las aras, decorándolas con motivos propios de la nueva religión. Esta idea me la sugirieron varios amigos de las Casas al comentarles yo mis dudas respecto al carácter visigodo de la "columna".


 Ara cristiano romana de Casas de Millán. Vista frontal con la cruz patada sobre un astil (se trata de una cruz procesional o vexillum = estandarte militar romano).

 Ara cristiano romana de Casas de Millán. Vista lateral con racimos y entrelazados.

 Ara cristiano romana de Casas de Millán. Vista superior con el focus o loculus, que hoy se utiliza para sostener el cirio pascual, según me informó la cuidadora de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, donde se custodia el ara.

Así, en el santuario de Tebas de Casas de Millán se registran inequívocamente todos los estadios que indican la pervivencia, durante al menos dos milenios, de un culto y de un espacio sagrado que evoluciona gradualmente en el tiempo, y por ello merece un estudio detallado que lo sitúe al mismo nivel que otros santuarios con reminiscencias paganas, como el de Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar, Cáceres) o el de Saõ Miguel da Mota (Alandroal, Portugal).

Un artículo imprescindible para el interesado en aproximarse al cuestionado origen del altar cristiano, además del citado de Sastre, es el de Caballero Zoreda y Sánchez Santos, Reutilizaciones de material romano en edificios de culto cristiano, 1990.

Mis agradecimientos a mis amigas Henar, Marimar y Puerto por acompañarme a Tebas, escuchar mis ideas y perfilarlas con sus interesantes observaciones. Y también a Manolito. Todos ellos son en gran medida responsables de esta nueva tipología que he decidido llamar ara cristiano romana.


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