viernes, 5 de julio de 2013

Barcos de cuero

 et in pellibus bovum vestrorum prospere navigabitis ad terram sanctam repromissionis
Embarcación asiria de odres, Museo Británico.

Alonso Romero quiso navegar en el Breogán hasta Irlanda, y si no lo hubiese detenido la guardia costera ("La expedición del Breogán", F. Franco) creo que se habrían hundido irremisiblemente, porque olvidaron inflar los odres.

Los primitivos barcos de cuero lusitanos, aquellos navigiis coriaceis de Estrabón, eran muy probablemente embarcaciones neumáticas, con cámaras de aire. "Ex utribus, et coriaceis navibus" = naves de cueros y odres (inflados), como los catamaranes, esa preciosa embarcación de doble casco secuela de los barcos de dornas gallegos. Creo que los barcos de dornas se construirían antiguamente con dos flotadores de cuero unidos por un entarimado, hasta que en tiempos de Bruto el cuero se sustituyó por las dornas, esa especie de patines o piraguas.

Reconstrucción de un barco de dornas, web del Concello de Chantada

Existía por entonces la profesión de utriculario. Schwartz en 1721 demostró que estos constructores de barcos y pontones flotantes se servían realmente de odres hechos con pieles de animales, por supuesto inflados (Dissertation sur un monument singulier des utriculaires de Cavaillon. Où l'on écclaircit un point intéressant de la Navigation des Ancients, Calvet).

(C) Biblioteca Nacional de Francia. [Illustrations de Relation du voyage de la mer du Sud aux côtes du Chily et du Pérou] / J.B. Scotin, grabador.

Una técnica parecida fue empleada por los nativos chilenos en la construcción de sus balsas de doble casco construidas con cuero de lobo marino, que detalla Gerónimo de Bibar (Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros, Zapater).

Sin irnos tan lejos, en Canarias, según nos recuerdan Mederos y Escribano en el estudio en que recogen los testimonios de Béthencourt (Los aborígenes canarios y la navegación) existieron también balsas de "foles henchidos de aire".

En las míticas navegaciones atlánticas que conocemos por la literatura irlandesa, el odre, los cueros inflados a modo de vejigas, o si se prefiere, la tecnología neumática, tuvo un papel esencial; si hacemos caso a la tradición, fue el sistema que utilizaron los Firbolg para llegar a la isla, cosa que no sorprende en absoluto, ya que en gaélico Fir-bolg significa hombres de los sacos de cuero (del latín bulga, "vegija, odre").

Este sistema fue el mismo que usó la bretona Santa Enora o Honora, la bella mujer de San Efflan, que acudió al encuentro de su amado navegando en el interior de un balón de cuero de buey (Les vies des saints de Bretagne, Lobineau).

Podría ser el mismo sistema que usó San Brandán, hasta que Santa Ita le recomendó que se buscase a alguien que supiese hacerle un barco de madera, que aquellas pieles de animales muertos no eran adecuadas para su santo viaje: "non invenies in pellibus mortuorum animalium [...] applica ergo artifices qui sciant facere tibi vas ligneum".


Kelek asirio transportando megalitos, según Faucher-Gudin, de un bajorrelieve de "Kouyunjik" (Layard, The Monuments of Nineveh).

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