martes, 6 de agosto de 2013

10 problemas de dialectología extremeña

Acabo de leer este artículo de José Antonio González Salgado, publicado en la Revista de Estudios Extremeños en 2009; tras su lectura, creo que el único problema que tiene la dialectología extremeña es la existencia de estudios con enfoques como éste, que, por otra parte, son la tónica general; y me estoy refiriendo en concreto al abordaje del estatus lingüístico del extremeño que realiza el autor. El resto del trabajo de Salgado es un buen acercamiento de conjunto a la dialectología extremeña, muy en la línea del ya clásico El habla en Extremadura (ERE, 1987), de Viudas, Ariza y Salvador.

El ataque ex catedra a los defensores de la lengua extremeña, y en consecuencia a la propia lengua, es tremendo:
  1. "Algunos aficionados ven en el "extremeño" un idioma del mismo rango que cualquier otro de los que existen en España. Ya avisó hace algunos años Antonio Salvador Plans del peligro de la incursión de pseudolingüistas en terreno dialectológico".
  2. "Grupos de exaltados que no tienen ningún pudor en afirmar que en Extremadura se habla una lengua distinta del español".
  3. "La sinrazón nacionalista".
  4. "Los desvaríos de inventores de lenguas".
  5. "Lo que algunos desaprensivos están haciendo en nuestra región". 
En menos de una página vierte todo tipo de improperios contra ellos: los califica de simples aficionados, de pretenciosos, de falsos lingüistas, exaltados, desvergonzados, nacionalistas (1), chiflados y desaprensivos.

Ya entrando en cuestiones propiamente dialectológicas, por lo que parece Salgado confunde el castellano hablado en Extremadura con el auténtico extremeño, por eso lo define como "un habla regional castellana", o bien obvia que en estas tierras, además del castellano regional, se habla, tal vez deberíamos decir, se hablaba, otra lengua diferente del castellano.

Su fijación con el origen castellano del extremeño llega hasta tal punto que convierte a la característica h- inicial aspirada procedente de f- inicial latina (femina > jembra), en una nota de origen castellano, descalificando con sorna a los que sostienen la evidencia de su origen astur-leonés oriental (entre ellos nada menos que al ilustre prócer Don Ramón Menéndez Pidal, el Maestro): "los hay que todavía continúan erre que erre, elucubrando sobre orígenes lingüísticos (cuando no inventando idiomas) que afirman que la aspiración de la antigua F- latina en Extremadura procede del leonés".

Como decíamos arriba, la reducción castellanista de los rasgos lingüísticos del extremeño es la tónica general en los estudios dialectales de la región. Ariza en Estudios sobre el extremeño (Universidad de Extremadura, 2008) es de la misma opinión a cerca del fenómeno de la h aspirada procedente de f- inicial latina: "esto produjo que Menéndez Pidal considerase que el extremeño era una variedad del asturiano oriental. Nada menos cierto".

En el léxico Salgado vuelve al ataque con el origen castellano, "se puede decir que las fuentes del vocabulario extremeño no son distintas de las del castellano común, excepto en lo que respecta a un puñado de voces procedentes del occidente peninsular (portugués y leonés)" ("Fuentes del vocabulario y áreas léxicas de Extremadura", en De lenguas y lenguajes, ed. A. Veiga y otros, Toxosoutos, 2001).

Llama la atención, también, que tras años de estudio dedicados a la Filología Hispánica prefiera considerar que el aragonés, y probablemente el astur-leonés y el mozárabe, son variedades del castellano (español, para él). Así se desprende del siguiente comentario que utiliza en su argumentación:

"No solo en Extremadura estamos expuestos a la sinrazón nacionalista, en otras partes también están sufriendo los desvaríos de inventores de lenguas. A este respecto debe leerse el interesante artículo de Mendívil Giró (2003-2004), del que no resisto la tentación de reproducir un párrafo, en el que si sustituimos "aragonés" por "extremeño" conseguimos un fiel retrato de lo que algunos desaprensivos están haciendo en nuestra región:
Eso significa que en realidad la luenga aragonesa es básicamente español (esto es, la estructura básica y la propia fraseología del español) lexificado. No es nada sorprendente, dado que los principales responsables de esta lengua (sus creadores) son, como la inmensa mayoría de los aragoneses, hablantes nativos del español"


Sin embargo, desde el punto de vista de la filología diacrónica, las tres lenguas precedentes son dialectos hermanos, todos ellos descendientes del latín, junto con el gallego, el portugués, el catalán y el castellano. Dialectos históricos del latín, que no han alcanzado la dignidad de lengua por razones políticas, nada más y nada menos. Por razones políticas no se las ha ascendido al rango de lengua, lo que no supone de ningún modo que sean dialectos del castellano (o español).

Respecto a esto, el Maestro dice así en su Orígenes (punto 113.3):
  • "Las evoluciones bables más tardías presuponen en general las formas antiguas del dialecto que enlazan con el latín. El alto aragonés moderno chinero no tiene ningún enlace con la forma enero [del castellano], que es desde hace muchos siglos la forma culta usada en Aragón, sino que proviene del antiguo alto aragonés ginero, como éste del latín januarius; el asturiano moderno fíu nada tiene que ver con la lengua oficial [castellano] usada en Asturias desde el siglo XIV, sino con el antiguo fiyo, y éste con el más antiguo fillo del latín filiu".
  • "Esto lleva a contradecir la tendencia, hoy en auge, que considera vano el empeño de enlazar con el latín la vida de los dialectos o bables modernos".
Este punto es extremadamente interesante. El autor da cuenta de una tendencia que ya iba en aumento en su época y que pretendía reducir los dialectos románicos de la península a meras variaciones del castellano, sin un entronque directo al latín. Lo niega rotundamente. Nada tienen que ver con el castellano: hunden sus raíces en el latín directamente, de forma autónoma e independiente de la evolución castellana. Se puede decir más alto, pero no más claro.

En otro lugar, en su edición del romance leonés de Elena y María (s. XIV) dice: "este lenguaje ni es portugués ni castellano, sino que es un intermedio entre ambos, con existencia independiente, el lenguaje leonés".

...
Ca el mio amigo, bien te lo digo,
a mucho trigo & muncho vino;
tien buenos çelleros
de plata & de dineros;
viste lo que quier,
se quier mantón, se quier piel;
non ha fanbre nin frío,
nin mengua de vestido.
En la mañana por la ylada
vieste su capa ençerrada
& empenada en corderines,
vase a sus matines
....
El extremeño, el del norte de Cáceres, y no me estoy refiriendo al castellano hablado en Extremadura, es una lengua en vías de extinción total y absoluta, radical. Una lengua que se muere antes de nacer. Al extremeño le quedan dos telediarios, tantos como hacen falta para instaurar totalmente el castellano en los pocos pueblos en que aún lo habla solo la gente muy mayor. Yo he tenido la oportunidad de escucharlo, al auténtico extremeño, ese que dice juanti mientras en Galicia decimos fonte, y en Castilla fuente, el que dice cadal, cuando un castellano dice cazar, el que dice tirin, cuando un castellano dice tiren, el que dice yigua cuando en Galicia decimos egua, el que utiliza el posesivo precedido de artículo (la mi casa), y diminutivos en -ino / -ina, el que emplea 'tío' en lugar de 'señor', 'murgaraño', 'saltarrostros'... Un simple aficionado disfruta con el misterio de estas voces y su variedad, suena como a sardo logudorés, suena como si estuviésemos escuchando la voz de Antonio Udina, el último hablante de dálmata.

(1) Conviene revisar el estudio que Moreno Cabrera dedica a El Nacionalismo lingüístico para darse cuenta de cuál es verdadero nacionalismo que amenaza las lenguas y dialectos de España, ese que identifica castellano con español.