domingo, 28 de febrero de 2016

El espejo en la Torre de Hércules

Es posible ver Irlanda desde la Torre de Hércules; Ith la vio. El Rey Sabio también refiere la existencia en la Torre de un potente espejo que permitía ver a grandes distancias los barcos que se acercaban a la costa.

La existencia del espejo mágico se considera fabulosa, o producto de la confusión entre el latín speculum, "espejo", y specula, "atalaya, torre de vigilancia". Aunque algún arqueólogo como Miguel San Claudio (Torre de Hércules) sospecha que el discutido espejo, de haber existido, podría haber tenido la finalidad de reflejar la luz del faro intensificándola. En favor de esta hipótesis especular considera que los numerosos fragmentos de placas de metal pulido por una de sus caras, con un acabado sobredorado, que aparecieron en las excavaciones del cubo de la Torre, no habrían pertenecido a una estatua, sino a un espejo de metal con función intensificadora de la fuente de luz del faro.

Pero la utilización de speculos formados por láminas o lentes de bronce que necesitan ser constantemente pulidas para evitar la corrosión es característica prácticamente exclusiva de los telescopios refractores. A uno de ellos podrían pertenecer esas placas de bronce pulidas por una de sus caras que aparecieron en las excavaciones del cubo de la Torre, lo que otorgaría base real a la leyenda del espejo que permitía ver reflejados en él objetos muy distantes. Historia que justamente sería la descripción de un speculum o telescopio refractor, de tecnología nada complicada y perfectamente posible en la antigüedad (aproximadamente siglo V ya que la primera mención al espejo es de Orosio).


En la antigüedad specula o turris speculatoria era un observatorio, y también un observatorio astronómico, dotado posiblemente de primitivos instrumentos de observación a larga distancia (speculos). Y San Agustín denominaba a los astrónomos stellarum speculatores, probablemente por examinar los astros mediante speculos. Del fallido intento de construcción de un espejo telescopio en Salamanca, en el siglo XVII, por parte de un grupo de científicos que fue boicoteado por la Santa Inquisición, da cuenta Mauro Castellá, que los califica de nigromantes (Historia del Apóstol de Iesus Christo Santiago Zebedeo).

 Fragmentos del posible espejo del telescopio de la Torre de Hércules.
Museo Arqueolóxico Castelo de San Antón

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Esta entrada continúa en El espejo en la Torre de Hércules (2).

viernes, 19 de febrero de 2016

Lauda de Pastoriza


En la iglesia de Pastoriza (Arteixo) se encuentra la primitiva lauda sepulcral del abad Anes (?) que murió el 6 de diciembre del año 881 (fecha en era hispánica "dccccxviiii" a la que hay que restarle los 38 años de diferencia respecto a la cronología actual). Podría haber sido trasladada del próximo monasterio de San Tirso de Oseiro (latín ossarium, "cementerio"). Otros topónimos del mismo origen podrían ser Oseira y Brañosera (Palencia), con una elevada concentración de túmulos megalíticos, y La Osera (Ávila), una necrópolis vettona de más de 2000 tumbas, aunque también cabría considerarlos zootopónimos, del latín ursaria, "lugar de osos".

lunes, 15 de febrero de 2016

La moura, el Cid y Bécquer

Hispanistas del calibre de Menéndez Pidal han estudiado la breve referencia a un antiguo mito que figura en el Cantar de Mio Cid (año 1207), en los versos "a siniestro dexan a Griza que Álamos pobló, allí son caños do a Elpha encerró", poniéndolo en relación con el folklore penisular de las ninfas y las xanas asturianas. Y aunque globalmente su interpretación es muy válida, el error del maestro fue empecinarse en el significado de caños como "cuevas", cuando la literalidad obliga a leer caños (de unas fuentes). El tema de la mujer encantada en el caño de una fuente, que se introduce por él en forma de serpiente, está todavía muy presente en el folklore de Galicia ("A fonte de Pormás", González Reboredo en Lendas galegas de tradición oral); y según recoge Taboada en Etnografía Galega, son mouras encantadas que se pueden desencantar dándoles tres o nueve besos cuando salen por el caño en figura de serpiente. Gracias al Cid conocemos el nombre de una, Elpha, y el de su encantador, Álamos. La técnica para encantarlas y desencantarlas puede consultarse y perfeccionarse en el folklore gallego citado.

A Bécquer le tuvieron que llegar noticias de esta misma leyenda que figura en El Cid, y no precisamente a partir del brevísimo esbozo que se apunta en El Cantar, conocido solo por eruditos posteriores. Bécquer narra la historia de la doncella encantada en una fuente, considerada un espíritu del mal, en su cuento "Los ojos verdes" (1861), que transcurre a los pies del Moncayo en la fuente de los Álamos, junto a Ágreda (que ha de ser la Griza del Cantar). Gracias a él y a esta extraña conexión un tanto surrealista, podemos situar el recorrido de los infantes de Carrión hacia el Robledal de Corpes por la falda sur del Moncayo, y colocar con precisión la vieja leyenda del Cantar en la Fuente de los Álamos de Ágreda.

El nombre de esta moura, Elpha, podría ponerse en relación con el apelativo de Artemisa, Diana o Xana, Elaphea, la cazadora de ciervos, aunque elaphe también es un género de culebras. En cualquier caso, en lo que al nombre se refiere la leyenda parece haber entrado por vía culta, superponiéndose a tradiciones locales.

domingo, 14 de febrero de 2016

Infesta y Angustia: dos topónimos viarios betanceiros

Uno de los nombres comunes con que se designaban las calzadas romanas en época imperial era "via lata", que en contra de la opinión mayoritaria, no significaba "vía ancha", sino conducida, dirigida o encaminada, de latum, participio latino de fero, "dirigir, encaminar, conducir, hacer ir, llevar". Es la misma formación que aparece en Agolada < aqua lata, "agua llevada, conducida", en referencia a un acueducto o canalización artificial. Como topónimo la frase via lata ha sobrevivido en el nombre de Los Llanos de la Violada (Huesca), alterado por etimología popular, como si en el lugar se hubiese producido un acto de violencia de género.

Pero latum, el participio latino de fero, verbo polirrizo, seguramente cayó en desuso por no guardar relación morfológica con la forma principal, de ahí que se haya creado un participio o adjetivo analógico como infestus (de infero, con el mismo significado que fero), guardando la misma relación que existe por ejemplo entre modero y modestus.

Via infesta será, pues, exactamente lo mismo que via lata, un camino dirigido hacia algún punto, llevado, proyectado hacia, guiado, conducido; por oposición a las vías de tránsito naturales. Una idea similar la expresamos con el moderno viaducto.

Otro nombre que con frecuencia aparece vinculado a las calzadas es el de "via Agustea", por Augusto, su promotor. De ahí que el aparente hagiotopónimo A Angustia, situado en plena Nacional VI que sigue parte del trazado de la calzada romana hacia Lugo, sea más que sospechoso: otro claro caso de etimología popular gracias al cual se conserva fosilizado y prácticamente indemne, sin evolucionar, el latín Augustea > Angustia. Encontramos apoyo para esta hipótesis en un documento de San Millán (Logroño) del año 800, "deinde ad colina et vadit ad via Angustina" (año 800), en el que resulta forzado suponer una vía estrecha o angosta, obviando la posibilidad de que se trate de una alusión a una vía Augústea, es decir, a una calzada de romanos.

Distribución de la toponimia (A) Infesta, (As) Enfestas, Enfestiña, Enfestela, Infesto, etc. que podría sobreponerse a la de las vías romanas de Galicia.